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sábado, 19 de marzo de 2011

BRONCOESPASMOS EN LA INFANCIA


BRONCOESPASMOS EN LA INFANCIA

            Constituyen un motivo de consulta muy frecuente al pediatra durante los primeros años de vida. Habitualmente los padres refieren que su hijo presenta un “chillido” o  “un gatito en el pecho”; si además los padres padecieron dichos síntomas o consultaron en reiteradas oportunidades por lo mismo, suelen decir  que “se le ha cerrado el pechito o directamente que su hijo tiene un  broncoespasmo”.

Si bien estos síntomas son conocidos desde épocas remotas, recién en las últimas décadas se han aclarado parcialmente los causas que los provocan, y aún queda mucho por dilucidar.  A la luz de múltiples estudios científicos realizados en distintas partes del mudo, la principal causa está vinculada a nuestros hoy cada vez más conocidos genes ; es así como muchas familias comparten síntomas similares al de sus niños  ; otras investigaciones que se llevan aún a cabo en Tucson desde los años 80 y 90 demostraron que muchos niños que “mejoran con la edad”  tienen  un diámetro de la vía aérea más pequeña que el resto de los niños a quienes no “se les cierra el pecho”, junto con otros factores tales como el hábito de fumar (activo o pasivo) de la madre del niño y antecedentes hereditarios de atopía (que es la predisposición familiar a padecimientos alérgicos, tales como rinitis o dermatitis atópicas). Todos estos factores determinan la presencia a nivel bronquial de fenómenos de inflamación y “sensibilidad” que predispone al niño, frente a determinados estímulos, a sufrir una obstrucción bronquial: “espasmo de los conductos que llevan y sacan el aire de los pulmones”. Estos estímulos por lo general son bien conocidos por los padres tales como cambios climáticos, ejercicio físico, infecciones virales, polvillo, etc. ; otras veces estos desencadenantes no son tan específicos y deben ser evaluados en conjunto con el pediatra.

Se sabe que la principal causa de broncoespasmos durante los primeros años de vida son las infecciones virales clásicas de determinadas edades y épocas del año tales como, catarros, resfríos, otitis, anginas, etc; mucho más comunes en épocas frías (otoño – invierno).

Los síntomas habituales de estos eventos de broncoespasmos son la presencia de tos que suele ser seca al comienzo y luego algo más “floja”, agitación (esfuerzo para respirar), chillidos o silbidos respiratorios, irritabilidad o decaimiento, y en casos más severos crisis de tos incontrolable, cambios de color o alteración del estado de la conciencia. A menudo los síntomas empeoran durante la noche y en casa nadie duerme muy bien.

Cuando los niños juegan o durante el ejercicio muchos comienzan con tos, cansancio y agitación, algunos manifiestan que les “falta el aire”.

Si bien son muchas las enfermedades que pueden provocar chillidos respiratorios, las preguntas que hará el médico serán suficiente para arribar a un correcto diagnóstico y según su evaluación se solicitarán estudios complementarios que permitan confirmar dicha aproximación diagnóstica. La entidades más comunes son las infecciones respiratorias recurrentes y el asma bronquial, las demás causas como secuelas de infecciones respiratorias, reflujo gastro-esofágico, displasia broncopulmonar (clásica en niños prematuros y que debieron ser internados en neonatología por “pulmones inmaduros”) son menos frecuentes y deben ser cuidadosamente evaluadas por el pediatra.

Los padres suelen “temer” que alguien les diga que su hijo padece de asma , ésta es una enfermedad que se diagnostica clínicamente por los episodios de broncoespasmos descriptos y su tratamiento actual permite al paciente llevar una vida totalmente normal pudiendo realizar actividades propias de la edad. Quienes practican deportes también pueden disfrutar y competir sin desventajas frente a sus competidores. La medicación suele hacerse por vía inhalatoria (nebulizaciones o puff de “aerosoles”) o por vía oral que indicada y realizada correctamente ha demostrado ser muy eficaz y carente de efectos adversos importantes que deban preocupar al niño o  a sus padres ; este tratamiento supervisado por su médico permitirá al niño y a la familia disfrutar de una vida plena.

lunes, 14 de marzo de 2011

Displasia BroncoPulmonar


DISPLASIA BRONCOPULMONAR
Nota de pronta publicación en la Revista Nuestra Salud de la Ciudad de Paraná. Marzo/2011
En la actualidad debido a los conocimientos médicos y tecnología disponible la supervivencia de niños prematuros y de muy bajo peso es cada vez más frecuente, ellos corren el riesgo de desarrollar displasia broncopulmonar (DBP), enfermedad se desarrolla como consecuencia de la prematuridad y de la inflamación progresiva de pulmones inmaduros. La mayoría de los casos de DBP afectan a bebés que nacen con 34 semanas de gestación o antes y pesan menos de 2.000 gramos.
"Bronco" se refiere a los bronquios (conductos a través de los cuales llega a los pulmones el oxígeno que respiramos). "Pulmonar" se refiere a los pequeños sacos de aire (alvéolos), donde se produce el intercambio entre oxígeno (O2) y dióxido de carbono. “Displasia" expresa cambios anómalos en la estructura y organización de un grupo de célula que afectan a los bronquíolos (las vías respiratorias más pequeñas) y a los alvéolos pulmonares, dificultando la respiración y provocando problemas en la función pulmonar.
En ocasiones la displasia broncopulmonar, junto con otros problemas asociados a la prematurez presentan complicaciones que deben ser debidamente atendidas. El O2 se suministra a través de un tubito insertado en la tráquea del bebé y se administra a presión para que el aire pueda entrar adecuadamente en pulmones que se encuentran rígidos e inmaduros.  La displasia se suele diagnosticar cuando un bebé sigue necesitando que le administren O2 y presentando síntomas respiratorios más allá de los 28 días de vida (o 36 semanas desde su concepción).
No existe tratamiento médico que permita curar inmediatamente la DBP y se tiene como objetivo suplir las necesidades de O2 y ayudar a respirar a los afectados para que puedan crecer y madurar adecuadamente. Los bebés reciben tratamiento de soporte vital en una unidad de cuidados intensivos neonatales (UCIN) hasta que son capaces de respirar sin la ayuda de un respirador.  El tiempo que tiene que pasar en la UCIN puede ser de algunas semanas o meses. Al  alta, el bebé puede requerir medicación, tratamiento respiratorio o incluso administración oxígeno domiciliario.
La mayoría mejoran de forma gradual, algunos muy lentamente, otros no llegan a recuperarse completamente si su enfermedad es muy grave, además les cuesta mucho ganar peso y tienden a perderlo cuando están enfermos. Los pulmones siguen creciendo durante los primeros años de vida, pero pueden tener función pulmonar alterada incluso en edad escolar. Conforme vayan creciendo, se les irá formando nuevo tejido pulmonar sano que asumirá gran parte de la función respiratoria.
Estos bebés suelen ser más proclives a contraer infecciones respiratorias como gripe, bronquiolitis, provocada por el virus sincitial respiratorio (VSR) y la neumonía. Y, cuando contraen una infección, suelen ponerse más enfermos que la mayoría de niños.
Los padres tienen un papel fundamental en el cuidado de un bebé con displasia broncopulmonar. Se debe reducir la exposición del bebé a las infecciones respiratorias. Restringir las visitas de aquellas personas que estén enfermas y, si su hijo tiene que ir a una guardería, elija un centro que sea pequeño donde estará menos expuesto a los agentes infecciosos. Asegurar calendario de vacunaciones completas. Y jamás exponerlo al humo del tabaco, sobre todo en el hogar, ya que es un poderoso irritante respiratorio.
Si  necesita que le administren oxígeno en casa, el equipo de profesionales le enseñará cómo colocarlo y cómo medir sus niveles de oxígeno.
Los niños pueden necesitar broncodilatadores. Pueden administrarse estos medicamentos con una aerocámara que pulveriza el medicamento para que el niño lo pueda inhalar.

Signos de alarma

Cuando su hijo llegue a casa tras recibir el alta hospitalaria, usted deberá estar alerta por si el pequeño presentara algún síntoma de dificultad respiratoria.
Los signos de que un bebé puede requerir cuidados médicos inmediatos incluyen:
·                       respiración más rápida de lo normal
·                       sobreesfuerzo al respirar: agitación, hundimientos costales
·                       cansancio o somnolencia extremos y crecientes debido al sobreesfuerzo respiratorio
·                       tose más de lo habitual
·                       respiración ruidosa
·                       emite un sonido sibilante al respirar (silbidos, chillidos)
·                       color de piel pálido, morado o azulado (suele comenzar en labios o uñas)
·                       dificultades para comer, regurgitaciones excesivas y/o vómitos durante las tomas
Si su hijo presenta cualquiera de estos síntomas, consulte al pediatra inmediatamente o pida atención médica urgente.

martes, 1 de marzo de 2011

GUARDERIA e INFECCIONES RECURRENTES

Los niños que van a la guardería tienen más infecciones durante los primeros años y menos cuando van al colegio

Buñuel Álvarez JC, González Rodríguez MP. Los niños que van a la guardería tienen más infecciones durante los primeros años y menos cuando van al colegio. Evid Pediatr. 2011;7:8

La asistencia a guardería es utilizada por el 20,7% de la población  de España. Estos niños tienen mayor incidencia de infecciones, especialmente otitis media. Hasta la fecha solo existía un estudio que relacionara la asistencia precoz con una menor incidencia de resfriado común en edades posteriores (etapa escolar). La realización de un estudio a largo plazo que valorase la repercusión de la guardería sobre otras infecciones (gastroenteritis, otitis media, Infecciones Respiratorias Febriles) era pertinente.
La medición  principal se realizó mediante encuesta realizada a las madres y no mediante diagnóstico médico realizado en consulta. Por ello, diagnósticos como el de Otitis Media no dejan entrever su gravedad, es decir, si precisaron tratamiento o bien fueron otitis serosas en el curso de una infección respiratoria. En el caso de la Infección Respiratoria Febril, no se estableció diferencia entre infección de vías altas o bajas.  Sorprende, asimismo, que no se haya realizado un análisis diferenciado de exposiciones a guardería más precoces (durante los primeros meses de vida). Por todo ello, los resultados de este estudio han de interpretarse con cautela.
Importancia clínica: en niños que van precozmente a Guarderías, la frecuencia de Infecciones Respiratorias Febriles aumentan un 61% entre los 1,5 y los 2,5 años (sobre una frecuencia media de 0,6 episodios por niño durante tres meses) y disminuye un 21% entre los cinco y los ocho años. Este hecho tendría más importancia si se tratase de infecciones de vías bajas (bronquitis o neumonía), lo que no se describe. En Otitis Media los resultados son similares, con un aumento de la frecuencia del 62% en los primeros años (frecuencia media 0,3 episodios) y una disminución de un 43% en el periodo escolar.
Se ha de tener en cuenta que los niños del grupo de comparación fueron cuidados en su domicilio hasta la entrada en el colegio, por lo que es lógico que su tasa de infecciones durante el primer año de escolarización fuera mayor que la de los que llevaban varios años escolarizados.
Ball y col. encontraron una tendencia similar para el resfriado común. Estos datos sugieren que las diferencias encontradas parecen deberse más a un aumento de infecciones en los primeros meses de escolarización que a un efecto protector achacable a la asistencia precoz a la guardería. Aplicabilidad en la práctica clínica: de este estudio no se debe deducir que la asistencia a guardería “proteja” de futuras infecciones durante la edad escolar, sino que la exposición previa conlleva una menor tasa relativa de infección en edades posteriores en comparación con los que inician la escolarización tardíamente. El inicio precoz de la escolarización se asocia con un aumento de las infecciones, sobre todo en niños que acuden a Guarderías. Si esta se retrasa a la edad escolar, las infecciones aparecerán en este periodo. Las enfermedades descritas son en general autolimitadas, aunque en determinados grupos, como lactantes muy pequeños, con antecedentes de prematuridad o con enfermedades crónicas, podrían tener peores consecuencias, tanto para la salud como en cuanto a los costes económicos directos e indirectos. Por todo ello, la decisión de llevar a un niño a la guardería debe individualizarse en función de los antecedentes del niño, del tipo de cuidados que recibirá en la misma, y de los recursos familiares.
Conflicto de intereses de los autores del comentario: no existe