BRONCOESPASMOS EN LA INFANCIA
Si bien estos síntomas son conocidos desde épocas remotas, recién en las últimas décadas se han aclarado parcialmente los causas que los provocan, y aún queda mucho por dilucidar. A la luz de múltiples estudios científicos realizados en distintas partes del mudo, la principal causa está vinculada a nuestros hoy cada vez más conocidos genes ; es así como muchas familias comparten síntomas similares al de sus niños ; otras investigaciones que se llevan aún a cabo en Tucson desde los años 80 y 90 demostraron que muchos niños que “mejoran con la edad” tienen un diámetro de la vía aérea más pequeña que el resto de los niños a quienes no “se les cierra el pecho”, junto con otros factores tales como el hábito de fumar (activo o pasivo) de la madre del niño y antecedentes hereditarios de atopía (que es la predisposición familiar a padecimientos alérgicos, tales como rinitis o dermatitis atópicas). Todos estos factores determinan la presencia a nivel bronquial de fenómenos de inflamación y “sensibilidad” que predispone al niño, frente a determinados estímulos, a sufrir una obstrucción bronquial: “espasmo de los conductos que llevan y sacan el aire de los pulmones”. Estos estímulos por lo general son bien conocidos por los padres tales como cambios climáticos, ejercicio físico, infecciones virales, polvillo, etc. ; otras veces estos desencadenantes no son tan específicos y deben ser evaluados en conjunto con el pediatra.
Se sabe que la principal causa de broncoespasmos durante los primeros años de vida son las infecciones virales clásicas de determinadas edades y épocas del año tales como, catarros, resfríos, otitis, anginas, etc; mucho más comunes en épocas frías (otoño – invierno).
Los síntomas habituales de estos eventos de broncoespasmos son la presencia de tos que suele ser seca al comienzo y luego algo más “floja”, agitación (esfuerzo para respirar), chillidos o silbidos respiratorios, irritabilidad o decaimiento, y en casos más severos crisis de tos incontrolable, cambios de color o alteración del estado de la conciencia. A menudo los síntomas empeoran durante la noche y en casa nadie duerme muy bien.
Cuando los niños juegan o durante el ejercicio muchos comienzan con tos, cansancio y agitación, algunos manifiestan que les “falta el aire”.
Si bien son muchas las enfermedades que pueden provocar chillidos respiratorios, las preguntas que hará el médico serán suficiente para arribar a un correcto diagnóstico y según su evaluación se solicitarán estudios complementarios que permitan confirmar dicha aproximación diagnóstica. La entidades más comunes son las infecciones respiratorias recurrentes y el asma bronquial, las demás causas como secuelas de infecciones respiratorias, reflujo gastro-esofágico, displasia broncopulmonar (clásica en niños prematuros y que debieron ser internados en neonatología por “pulmones inmaduros”) son menos frecuentes y deben ser cuidadosamente evaluadas por el pediatra.
Los padres suelen “temer” que alguien les diga que su hijo padece de asma , ésta es una enfermedad que se diagnostica clínicamente por los episodios de broncoespasmos descriptos y su tratamiento actual permite al paciente llevar una vida totalmente normal pudiendo realizar actividades propias de la edad. Quienes practican deportes también pueden disfrutar y competir sin desventajas frente a sus competidores. La medicación suele hacerse por vía inhalatoria (nebulizaciones o puff de “aerosoles”) o por vía oral que indicada y realizada correctamente ha demostrado ser muy eficaz y carente de efectos adversos importantes que deban preocupar al niño o a sus padres ; este tratamiento supervisado por su médico permitirá al niño y a la familia disfrutar de una vida plena.